La Villa de Zael está situada en los bordes del Campo de Muñó que se inclinan al río Arlanza.
Zael nació hace más de mil años en un momento muy puntual de la historia de España: en las dos primeras décadas del siglo X, donde los cristianos del Norte movían sus peones reconquistando y repoblando tierras hacia el Sur. En Al-Ándalus, los musulmanes arreciaban en su persecución contra los mozárabes. El resultado fue una fuerte emigración de gentes que caminaron hacia los territorios liberados donde recibieron tierras y pudieron libremente practicar su cristianismo.
Las riberas del Arlanza fueron de las preferidas y en ellas se establecieron comunidades monacales (Santa María de Retortillo y San Pedro de Valeránica) y pueblos enteros, guiados por adalides, se asentaron en paz. El catálogo es muy largo. Uno de ellos es Zael, versión castellana de Çafael, nombre documentado y que fue el del conductor de un grupo de familias que caminando hacia el Norte llegaron a este término y aquí se quedaron. La tierra elegida era entonces un espeso encinar que cubría toda la orilla derecha del Arlanza desde las estribaciones de Mamblas hasta la desembocadura del heráldico río en el Pisuerga.
Los reconquistadores lo llamaban Valzalamio y la familia condal castellana se consideraba su propietaria, pues en 937, doña Muñadona de Lara, madre del Conde Fernán González, dona este lugar al monasterio de San Pedro de Cardeña. Zael -versión castellana de Çafael, y sus compañeros clarearon el bosque para preparar tierras de labor en la ribera del Arlanza.